Porter llenó el Auditorio Nacional de rock y tradición

 Porter llenó el Auditorio Nacional de rock y tradición

Porter tuvo una coronación digna de un emperador mexica. (Foto: Mario Aguilar)

Por Mario Aguilar

Ríos y ríos de personas subían las escaleras del Auditorio Nacional, ávidas de encontrarse con una de la bandas con mayor proyección en los últimos años, personas de todas las edades que portan desde playeras con el nombre de la banda hasta ponchos y outfits más pintorescos y prehispánicos.

Y es que parece ser que la banda encontró su identidad sonora curiosamente con la salida de su ex vocalista Juan Son, pues a raíz de su disco Moctezuma empezaron a explorar ritmos más folclóricos que los consagraron como una de las bandas favoritas de todos los mexicanos.

“Que griten todos, ¡Porter tomó el Auditorio Nacional!”.

Así es como pasadas las 20:30 horas las luces del Coloso de Reforma se apagaron y entre la oscuridad y el sonido de un grillo brotaba del escenario un volcán lleno de lava y a sus faldas los integrantes de la banda luciendo atuendos en color blanco.

‘Himno eterno’ y ‘Pájaros’ serían las canciones de abrir un setlist inolvidable, pues con simplemente estas dos canciones todo el público ya se encontraba parado de su asiento. ‘Host of a Ghost’ fue la siguiente canción y para ese momento el recinto estaba por explotar. ¡El calor del volcán parecía ser verdadero!

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Cabe destacar que no hay mejor banda que maneje las pausas que Porter, pues entre cada canción nos dejaban un silencio previo para estar atentos y con ganas de saber cuál sería la introducción de la siguiente canción y para muestra el intro de la mítica ‘La China’.

Este tema empieza con suaves acordes que nos remonta a la antigua Tenochtitlan con el rugido de: “Que griten todos, ¡ya llegamos a la tierra de Aztlán!”. Cabe recalcar que dicha canción fue tocada en su totalidad sin cortar los casi 6 minutos de duración.

Un cachito de sorpresa

El siguiente bloque de canciones exploraría su nuevo disco La historia sin fin y qué mejor manera de hacerlo que con ‘Cachito de galaxia’ y acompañados por la cantautora Samantha Barrón, quien mostro una gran química en el escenario con el vocalista David Velasco, incluso con una pequeña suerte de coreografía. Cabe mencionar que Samantha también fue encargada de abrir el concierto.

‘Bandera’ y ‘Guirnalda’ serían las encargadas de poner un poco de calma en el hirviente ambiente que se vivía para dar paso a ‘Ranchito’, una folclórica canción que en poco tiempo se ha vuelto un himno para todos los fans. ‘Palapa’ nos regalaría una hermosa postal con un rojo atardecer atrás del volcán que se anteponía a la banda y el debut de ‘Sayonara’ cerraría este bloque por el momento.

La banda haría un intermedio para reponer energías y cambiar de vestuario, que duró más de 15 minutos por cierto y que el público aprovechó para ir al sanitario y comprar algunas bebidas. La espera fue tal, que la gente regresó a sus asientos ávida de más música y el show aún no comenzaba, por lo que empezaron a reaccionar a los anuncios que aparecían en las pantallas. De repente la luz se apagó y el grillo volvió a cantar…

El relato del dragón

El volcán carmesí volvió a emerger y esta vez los integrantes aparecieron sentados en sillas con una mesa al centro. “Parece que están en su salita”, mencionó una de las asistentes y así precisamente con la comodidad y confianza de como si estuvieran en una reunión con sus mejores amigos empezaron a interpretar ‘Kiosko’ y un arcoíris formado por luces emergió a sus espaldas. Cabe mencionar que la magia de esta atmósfera también es porque dicha canción ya tenía muchos años fuera de su repertorio y fue la última que grabaron con Juan Son como vocalista.

En un pausa, la banda se paró de sus sillas, las luces del arcoiris se difuminaron en nubes de colores y la banda interpretó la psicodélica y dulce ‘Daphne’ para el gozo de los fans más antiguos. La banda ya estaba en una conexión especial con su público y se demostró en la correlación al aplaudir al interpretar ‘¿Qué es el amor?’.

Pero la calma duraría poco, pues Porter presentaría a su segundo invitado de la noche: La banda mexicana Camilo Séptimo, para interpretar su más reciente sencillo ‘Sintergia’, canción que por primera vez tuvimos la oportunidad de ver en vivo. Al terminar Manuel Coe, vocalista de este grupo, no perdió la oportunidad para invitar a todos a su próximo concierto en el mes de octubre en el Palacio de los Deportes.

El siguiente conjunto de canciones sería el más bailable de la noche. Abrieron con el potente riff de bajo de ‘Cuxillo’, y entre humo y luces azules sorpresivamente se iluminarían unos ojos blancos en la parte posterior del escenario y empezaría a descender un gran dragón. En un caótico y repentino cambio, las luces se mostrarían con los colores del arcoíris y la banda empezaría a interpretar la bailable y también coreable a manera de porra de estadio ‘Para ya’ del álbum Las batallas.

De repente, un abrupto silencio tomó el auditorio y de manera sorpresiva comenzaría entre secuencias de música disco la súper rítmica e inexplicable ‘Xoloitzcuintle chicloso’. Ya con un público extasiado, David presentó a Ximena Sariñana, quien los acompañó en la poderosa y movida ‘Mamita santa’. Hicieron brincar a todo el público presente, para después seguir con ‘Murciélago’, potente canción que debería sonar en todas las escuelas para enseñar a los niños cómo fue la llegada de los españoles a México.

Después de unas emotivas palabras de agradecimiento, David pediría de favor al público encender la luz de su celular para interpretar ‘Espiral’, himno generacional que ha marcado a miles de personas y que los impulsó a la fama en el año 2004.

Al final el escenario se iluminó en color azul y el público volvió a bailar y saltar de la mano de ‘Huitzil’, mítica canción que nos hace recordar que la música es una cuestión ancestral y que sin importar los cambios y los gustos nos seguirá uniendo tal como la música de Porter aquella noche de viernes.

Así, entre miles de luces blancas como estrellas Porter culminaría el sueño de toda banda mexicana: llenar el Auditorio Nacional, tocar con una ejecución limpia para crear una atmósfera mágica que nos hace recordar a nuestros ancestros y ser uno de los grupos que a pesar de los cambios en su alineación, se ha consolidado entre el público mexicano, además de mostrar un show que no sólo se queda en simples luces.

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